La última cena. Una reflexión foodie


Hoy jueves santo, es un día especial para los cristianos católicos que conmemoran la Cuaresma y la Semana Santa en todo el mundo. Como "foodie" me resulta muy interesante el hecho de que este rito cristiano de la - comunión - y el cúlmen del rito más sagrado sea alimento: pan y vino = carne y sangre. Y lo que más sorprendente es, que otras religiones tengan ritos con elementos de la comida y el acto de comer, como el caso de muchos hindús los altares ofrendan alimentos o como el caso del Día de Muertos en México donde se come pan de muertos y dulces de calaveritas en evocación a los ritos de origen prehispánico.

Así pues, comer no es sinónimo de alimentación, pero cuando se trata de un culto, el acto de comer va de la mano a "alimento" espiritual. De cierta forma, cada vez que comemos y agradecemos lo que comemos ya existe una bendición para nosotros física y espiritual.

Me viene a la mente el valor que se le daba a la mesa en otras épocas donde los abuelos te decían que en la mesa no se discutía, se comía con sociego y no se empezaba sin estar todos los integrantes de la familia sentados. Y más que buenos modales es una forma de valorar lo más importante para una persona que es el alimento y el acto de comer en grupo es una forma de formar lazos y la familiaridad que buscamos entre la seres humanos... visto de esta forma, cocinamos alimentos, hacemos comida para compartir, nos nutrimos con ellos y por la dinámica generamos amor.

Entonces, partiendo de esta visión trascendental e importancia de la comida y la mesa no es ilógico que Jesús como el Cristo haya hecho de pan y vino un ritual para el alimento del alma. Decir que él mismo se da a los demás en forma de alimento físico es algo que muchos no entienden o lo ven como un simple simbolismo... y la verdad, dista mucho de algo simple. Hay que dimensionar en sus dos dimensiones el acto humano de comer: lo que significa y lo que es de significante, es decir, lo que denota y conota. 

Es por eso, que cuando como me siento tan feliz porque procuro tener presente de donde viene ese alimento que disfruto al comer y me genera bien estar porque es una verdadera bendición que sea capaz de apreciar la belleza natural de la comida, de la destreza para tener un plato delicioso, de las historias alrededor, de las raíces, las tradiciones y la cultura reflejada en una forma de cocinar y de comer. ¿Cómo no agradecer que soy capaz en cada bocado asimilar la energía de la naturaleza y del sol hechas químico y metabolizado por mi cuerpo? y ¿cómo no estar feliz al darme cuenta que como la cultura y recibo amor cada vez que nos sentamos a la mesa? Comer da vida y hacerlo con conciencia es trascendental.

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